(Olivenza, 1585 – 1635)

     De nombre en el siglo María Álvarez Rodríguez. Nacida en el seno de una familia de tejedores, miembros todos ellos de la Orden Tercera de San Francisco, también ésta en su juventud oveja negra acabó sucumbiendo a la exigente espiritualidad del Povarello de Asis. Con tal ímpetu, que despertó las sospechas de la Santa Inquisición y del vecino Obispo de Elvas, D. Sebastián de Matos e Noroña. Su vida (y milagros…) fue ensalzada por el cronista de la Orden Fr. Jerónimo de Belem (1767) en una hagiografía que algunos oliventinos conservan todavía como oro en paño. Al margen de su existencia real y de sus verdaderas inquietudes espirituales, que ignoramos, María de la Cruz es una figura legendaria anclada en el imaginario popular de Olivenza.